Interpretación de los sueños

INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA DE LOS SUEÑOS

Deseos y los sueños no tienen límites!

Por Dr. Ismail YILDIZ, Médico Psicoanalista online individual y de pareja, Docente de Psicoanálisis y Supervisor, Bogotá, Colombia.

Para saber más sobre quién soy y qué hago

CONTENIDO

1. Construcción de los sueños

1.1. Contenido latente

1.2. Elaboración onírica o trabajo del sueño

1.3. Los afectos y la pesadilla

1.4. Elaboración secundaria

1.5. Sueño y alucinación

1.6. Resumen

2. Sueño y pensamiento

3. Los sueños despiertos o los ensueños

4. Introducción a la interpretación de los sueños

4.1. Los símbolos oníricos

4.2. Los sueños típicos

Para una mejor comprensión de la teoría psicoanalítica de los sueños que expongo en este artículo es conveniente tener conocimientos básicos de psicología dinámica.

El estudio de los sueños ocupa una posición especial en el psicoanálisis. La interpretación de los sueños (Freud, 1900) fue para la psicología una contribución tan revolucionaria y monumental como El origen de las especies de Darwin para la biología, medio siglo antes.

La razón de valorar tanto este trabajo sobre los sueños es que en ningún otro fenómeno de la vida psíquica normal se revelan con tanta claridad y en forma tan accesible para su estudio los procesos mentales inconscientes. Para Freud, los sueños constituyen la “vía regia” de acceso a lo inconsciente, y de hecho, el estudio de los sueños es uno de los fundamentos sobre los cuales se basa su teoría psicoanalítica.

El fenómeno de dormir es un acto fisiológico que tiene como fin el reposo psico-físico, que está producido por cambios bioquímicos en el cerebro. El “sueño”, o el proceso del soñar es el proceso psíquico que tiene como fin guardar el reposo del sujeto; es una reacción al estímulo perturbador de dicho reposo, pero será también la realización de un deseo o un contradeseo, la de un angustioso temor, la de un castigo, la de una reflexión con sus argumentos en pro o en contra, la de un reproche, un remordimiento, una tentativa de prepararse a un trabajo inmediato y, en suma, a la solución de conflictos.

La teoría psicoanalítica de los sueños puede formularse en la forma siguiente. La experiencia subjetiva que aparece en la conciencia durante el sueño y que, al despertar, el que dormía la denomina sueño es sólo el resultado final de una actividad mental inconsciente durante ese proceso fisiológico que, por su naturaleza o intensidad, amenaza con interferir el mismo acto de dormir. En vez de despertar, el que duerme sueña. A la experiencia consciente durante el sueño, que el soñador puede o no recordar al despertar, la denominamos el sueño manifiesto. Sus diversos elementos se conocen como el contenido manifiesto del sueño. Los deseos y pensamientos inconscientes que amenazan con despertar al que sueña los llamamos contenido latente del sueño. Las operaciones mentales inconscientes por las que el contenido latente se trasforma en sueño manifiesto se denominan trabajo del sueño o elaboración onírica. El significado del sueño se refiere en general al contenido latente del sueño.

1. CONSTRUCCIÓN DE LOS SUEÑOS

1.1. Contenido latente

El contenido latente que inicia el proceso de soñar puede dividirse en tres categorías principales. La primera categoría comprende las impresiones sensoriales nocturnas. Tales impresiones están actuando en forma continua sobre los órganos sensoriales del que duerme y, a veces, algunas de ellas toman parte en la iniciación de un sueño, en cuyo caso forman parte del contenido latente del sueño. La sed, el hambre, el deseo de orinar o defecar, el dolor por una lesión, el calor o frío incómodos, una posición incorrecta del cuerpo, un ruido, etc., pueden formar parte del contenido latente de un sueño.

La segunda categoría del contenido latente del sueño comprende pensamientos e ideas conectados con las actividades y preocupaciones del soñador en su vida habitual de vigilia y mientras duerme permanecen activos en su mente en forma inconsciente. A causa de su continua actividad tienden a despertar al que duerme, del mismo modo en que tienden a hacerlo los estímulos sensoriales. Si el que duerme en vez de despertar sueña, tales pensamientos e ideas actúan como contenido latente del sueño. A todos los pensamientos, ideas, afectos o imágenes del día o días anteriores se les denomina restos diurnos y sus ejemplos son innumerables. Incluyen toda la variedad de los intereses y recuerdos a los que habitualmente tiene acceso el Yo, con todos los sentimientos de esperanza o temor, orgullo o humillación, atracción o repugnancia que suelen acompañarlos. Pueden ser pensamientos relacionados con una fiesta de la noche anterior, pueden referirse a una tarea inconclusa, pueden anticipar algún acontecimiento feliz futuro o cualquier otra cosa que quiera imaginar que sea de interés corriente para el que duerme.

La tercera categoría del contenido latente del sueño comprende uno o varios impulsos reprimidos del Ello. Puesto que las defensas más importantes y de mayor alcance del Yo contra el Ello son aquellas instituidas durante el período preedípico y edípico en la niñez, se deduce que el contenido principal del Ello reprimido son los impulsos de los primeros años. De acuerdo con esto, la parte del contenido latente del sueño que deriva de los impulsos reprimidos suele ser pueril o infantil, es decir, que consiste en un deseo que nace de la primera infancia y que es apropiado para ella. Esto no excluye de ninguna manera que las partes inconscientes (reprimidos) del Superyó y del Yo toman parte en el contenido latente del sueño. Pero, dentro de las tres categorías, la parte esencial del contenido latente es la que proviene del Ello reprimido.

1.2. Elaboración onírica o trabajo del sueño

Consideremos ahora la relación entre el contenido latente y los elementos del contenido manifiesto del sueño. Según el sueño, la relación puede ser muy simple o muy compleja, pero hay un elemento que es constante; el contenido latente es inconsciente, mientras que el contenido manifiesto es consciente. Por tanto, la relación más simple posible entre ambos sería la de que el contenido latente se hiciera consciente.

En los sueños de la primera infancia, hasta 4 o 5 años, no es preciso distinguir entre preocupaciones habituales e infantiles: son uno y lo mismo. Por otro motivo, no existe aún una distinción clara entre Ello reprimido y el resto. Tomemos como ejemplo el sueño de un niño de tres años cuya madre acaba de volver del hospital con un nuevo bebé. A la mañana siguiente del retorno de la madre el niño informa de un sueño suyo con este contenido manifiesto: “Vi nene irse”. El trabajo del sueño consistió en la formación o selección de una fantasía cumplimentadora del deseo (hostil en este caso) y su representación en forma visual. En los sueños infantiles, el estímulo es, según Freud, siempre un deseo y nunca una preocupación, un proyecto o un reproche.

Los sueños después de la primera infancia y de la vida adulta son también ante todo un proceso de gratificación de un impulso del Ello en una fantasía que permite seguir durmiendo. Porque, es a causa de que el impulso o deseo perturbador del Ello se ve gratificado parcialmente en una fantasía y de ese modo pierde por lo menos algo de su urgencia y, por tanto, de su poder para despertar al durmiente. Si expresamos la misma idea en términos de energía psíquica, diremos que la catexia asociada al elemento del Ello en el contenido latente activa el aparato psíquico para llevar a cabo el trabajo del sueño y logra una descarga parcial por medio de la imagen de fantasía que satisface el deseo (aunque sea disfrazado) y que constituye el sueño manifiesto.

Aunque los adultos pueden también tener sueños como en la primera infancia, pero en general en sus sueños la realización de un deseo reprimido no parece tan evidente y, aun incluye en algunos sueños como contenido manifiesto imágenes tristes o aun aterradoras. ¿Cómo se puede explicar esta discrepancia aparente entre nuestra teoría y los hechos obvios?

Esto se debe a que los contenidos latentes se expresan por una versión disfrazada y distorsionada de una fantasía ejecutora de un deseo. El disfraz y distorsión a menudo son tan grandes que el aspecto de satisfacción del deseo en el sueño manifiesto es por completo irreconocible. Otras veces, el disfraz y la distorsión se hallan presentes en tan alto grado que el sueño manifiesto se experimenta en realidad como atemorizante y no bienvenido.

El factor principal del trabajo del sueño es la traducción al lenguaje del proceso primario de aquellas partes del contenido latente que no están expresadas en ese lenguaje, seguido de una condensación de todos los elementos del contenido latente en una fantasía ejecutora del deseo. El segundo factor principal está integrado por las operaciones defensivas del Yo, que ejerce una influencia profunda, como una censura, sobre el proceso de traducción y de formación de la fantasía. El tercer factor, subsidiario, es lo que se denomina la elaboración secundaria.

El resultado de la traducción al lenguaje del pensamiento de proceso primario de esa parte del contenido latente del sueño que se expresa originarmente según el proceso secundario -incluye preocupaciones e intereses de la vida diaria- es una expresión, en general, bajo la forma de una representabilidad visual, plástica. Puesto que el sueño manifiesto consiste principalmente en tales imágenes. Un intento semejante se ejerce conscientemente en algunas actividades de la vida normal en la vigilia, como por ejemplo en las charadas y en la realización de historietas mudas.

No todos los elementos del contenido latente son transformados en imágenes. Muchas de las ideas que integran dicho contenido conservan su forma y aparecen como tales ideas o como conocimientos.

Además, este proceso de traducción toma en cuenta los recuerdos, imágenes y fantasías asociados al deseo o impulso proveniente del Ello reprimido. Al mismo tiempo, de las muchas fantasías de gratificación que están asociadas al impulso reprimido, el trabajo del sueño elige aquella que con mayor facilidad puede ponerse en conexión con las preocupaciones corrientes traducidas de la vigilia. De otra parte, el proceso de traducción hacia una representabilidad visual hace posible que una sola imagen represente en forma simultánea varios elementos latentes del sueño. Esto determina un alto grado de condensación, por lo menos en la gran mayoría de los casos, es decir que el sueño manifiesto es una versión sumamente condensadade los pensamientos, sensaciones y deseos que constituyen el contenido latente del sueño.

Uno de los factores de distorsión en un grado considerable del significado y contenido del sueño resulta de esta traducción, sea, de la expresión de las preocupaciones cotidianas de la vigilia en el lenguaje del proceso primario. Además, el sueño no tiene intención de comunicar un significado, es el mero resultado final de un proceso que tiende a la gratificación de un deseo en una fantasía o, expresado de otra manera, a la descarga de suficiente energía psíquica asociada al contenido latente del sueño como para evitar que este contenido despierte al que duerme. No sorprende, por tanto, que el sueño manifiesto no sea en general comprensible de inmediato ni siquiera para el mismo que lo soñó.

El segundo factor que desempeña un papel mucho más importante en la distorsión y el disfraz del contenido latente del sueño y en el hacer que el sueño manifiesto sea ininteligible es la actuación de las defensas del Yo, como una censura.

La parte latente del sueño que consiste en los deseos e impulsos del Ello reprimido está directamente antagonizada por las defensas del Yo. Es este antagonismo, que es casi total durante la vigilia, quien se opone a la aparición directa e inteligible de la parte del contenido latente del sueño en el sueño manifiesto, es decir en la conciencia. Pero, como disminuye la intensidad de la censura durante el dormir, permite su expresión de manera disfrazada y distorsionada.

Muchas preocupaciones de la vida diaria son inobjetables para el Yo, excepto quizá, como perturbadoras potenciales del dormir. A algunas el Yo las considera hasta placenteras y deseables. Pero existen otras preocupaciones habituales que son directamente desagradables para el Yo como fuentes de angustia o de sentimiento de culpabilidad. Durante el sueño, por tanto, los mecanismos de defensa del Yo intentan impedir el acceso a la conciencia de estas fuentes de displacer. Recordemos que es el displacer, o la perspectiva de displacer es lo que en general hace entrar en acción las defensas del Yo. En el caso de elementos latentes del sueño, creemos que la intensidad de la oposición inconsciente del Yo a ellos es proporcional a la intensidad de la angustia o de la culpa, es decir, del displacer que está asociado a los mismos.

Así, la falta de comprensión de la mayoría de los sueños manifiestos no se debe sólo al hecho de que se expresan en el lenguaje del proceso primario sin preocupación por la inteligibilidad, sino la razón principal para que no sean comprensibles es que las defensas del Yo los hacen así.

Freud (1933) denominó al sueño manifiesto “formación de compromiso”, con lo que quiso decir que sus diversos elementos podían ser pensados como compromisos entre las fuerzas opuestas del contenido latente, por una parte, y de las defensas del Yo, por otra. Del mismo modo, un síntoma neurótico es una formación de compromiso entre un elemento del Ello reprimido y las defensas del Yo.

Las posibilidades de disfrazar la verdadera naturaleza de cualquier elemento del contenido latente del sueño son prácticamente infinitas. En realidad es el equilibrio entre la intensidad de las defensas y la del elemento latente lo que determina cuán próxima o cuán distante sea la relación entre el sueño latente y el manifiesto; esto es, cuánto disfraz se haya incorporado al elemento del sueño latente durante su elaboración.

Uno de los mecanismos de “compromiso” es desdoblamientos o multiplicaciones de las conexiones del contenido latente en el sueño manifiesto. Otro fenómeno de “compromiso” común es que una parte, o aun todo el sueño manifiesto sean muy vagos. Esto indica que la oposición de las defensas a los elementos correspondientes del sueño latente es muy grande.

1.3. Los afectos y la pesadilla

Losafectos o emociones que pertenecen al contenido latente del sueño también están sometidos a una diversidad de vicisitudes por el trabajo del sueño. Una emoción, por ejemplo una excitación sexual, puede no aparecer en absoluto en el contenido manifiesto, mientras que el deseo de relación sexual puede disfrazarse en forma de una lucha, un baile, etc. Otra posibilidad es que la emoción pueda aparecer muy disminuida en su intensidad o alterada en su forma. Así por ejemplo, lo que fuera ira en el contenido latente puede aparecer como fastidio o como un moderado disgusto en el contenido manifiesto, o aun puede estar representado por una noción de no estar fastidiado. Un afecto perteneciente al contenido latente del sueño puede también estar representado en el contenido manifiesto por su antagonista. Un deseo latente puede, por tanto, aparecer como una repugnancia manifiesta o, viceversa, el odio puede aparecer como amor, la tristeza como alegría y así sucesivamente.

Los sueños angustiosos o pesadillas señalan un fracaso de las operaciones defensivas del Yo. Lo que ha sucedido es que un elemento del contenido latente ha tenido éxito, pese a los esfuerzos de las defensas del Yo, en forzar su camino hacia la conciencia, esto es, hacia el contenido manifiesto del sueño, en forma que es demasiado directo o demasiado reconocible para que el Yo lo pueda tolerar. La consecuencia es que el Yo reacciona con angustia y despierta el durmiente para evitar más angustia.

Los sueños de contenido penoso, como los sueños de muerte de las personas queridas, se originan cuando el deseo inconsciente burla la censura y prácticamente surgen sin mayor disfraz a la conciencia.

Hay otra clase de sueños que está relacionada con las pesadillas y que suelen conocerse como sueños punitivos. En estos sueños, como en muchos otros, el Yo anticipa la culpa -la condenación del Superyó- si la parte del contenido latente que deriva de lo reprimido debiera hallar una expresión demasiado directa en el sueño manifiesto. En consecuencia, las defensas del Yo se oponen a la emergencia de esta parte del contenido latente. Además, el sueño manifiesto, en vez de expresar una fantasía más o menos disfrazada de ejecución de un deseo reprimido, expresa una fantasía más o menos disimulada del castigo por el deseo en cuestión: un “compromiso” por cierto extraordinario entre el Yo, el Ello y el Superyó.

La única excepción del sueño como una realización de deseo, está en las pesadillas repetidas de los afectados de neurosis traumática. Freud tiene dos teorías alternativas para explicar las repeticiones dolorosas, como estas pesadillas. Una es que la compulsión de repetición derivada de su pulsión de muerte haría repetir ciegamente las vivencias dolorosas, Otra, esas repeticiones dolorosas serían como intentos de elaborar las vivencias traumáticas para poder sobrevivir primero, y llegar posteriormente al funcionamiento con los principios de placer y realidad.

1.4. Elaboración secundaria

Existe otro proceso, mucho menos importante que los discutidos hasta ahora, que contribuye a la forma final del sueño manifiesto y que puede también contribuir a su falta de inteligibilidad. Este proceso puede considerarse la fase final del trabajo del sueño. A este proceso final se le denomina elaboración secundaria, que incluye los intentos de parte del Yo de modelar el sueño manifiesto y al mismo tiempo tratar de que “tengan sentido” o una contextura de un suceso racional, cualesquiera impresiones que entran en sus dominios.

En casos de ausencia o poca elaboración secundaria del trabajo del sueño, aparece el absurdo total, en el contenido manifiesto de un sueño, pero desaparece en cuanto se profundiza el sentido de dicho sueño, sea su contenido latente.

1.5. Sueño y alucinación

Aunque el sueño manifiesto consiste casi exclusivamente en impresiones visuales, sin embargo pueden aparecer también experiencias sensoriales auditivas, olfativas, etc. Tampoco es raro que pensamientos, o trozos de pensamientos, puedan aparecer como parte de un sueño manifiesto en la vida adulta.

Como todos sabemos por nuestra propia experiencia, las impresiones sensoriales de un sueño manifiesto nos son tan reales como nuestras sensaciones de la vigilia. En este sentido los elementos del sueño manifiesto son comparables a las alucinaciones que se hallan a menudo como síntomas en casos de psicosis. Se puede considerar los sueños entonces como psicosis transitorias, pero no son en sí fenómenos patológicos. Cuando se impide dormir una persona varias días o simplemente se le impide soñar (se le despierta inmediatamente cada vez que empieza los movimientos oculares durante el dormir), el estado mental de la persona se acerca al de un psicótico, con alucinaciones, etc.

Durante el dormir se produce el cese casi completo de la actividad motriz y la disminución de las defensas del Yo. Hay también un impedimento marcado de la función del Yo de juicio de realidad, es decir su capacidad para diferenciar entre los estímulos de origen interno y externo. Además, se produce una profunda regresión del funcionamiento del Yo a un nivel característico de la vida muy temprana (un narcisismo cerca de la vida intrauterina). Por ejemplo, el pensar se hace al modo del proceso primario y hasta es esencialmente preverbal que consiste en su mayor parte en imágenes sensoriales, con un neto predominio de las visuales. La incapacidad del Yo de reconocer que estas imágenes surgen más bien de estímulos internos que de los externos, el sueño manifiesto se vivencia como real, en consecuencia como una alucinación.

Durante unos sueños no se pierde por completo el criterio de realidad, y el soñador tiene noción en cierto grado, hasta cuando está soñando, de que lo que está experimentando no es real, que es “sólo un sueño”. Esto se puede considerar como parte de la elaboración secundaria por el Yo vigilante y critico para disminuir la importancia de lo soñado y seguir durmiendo.

1.6. Resumen

Los sueños constituyen una manifestación de la vida psíquica que no cesa con el reposo de dormir, y representa la realización disfrazada de deseos infantiles reprimidos. Esta pugna por llevar a la superficie los deseos reprimidos constituye el verdadero motor del sueño. Empero, los contenidos del inconsciente para expresarse requieren su ligazón a símbolos preconscientes.

Así, habría dos componentes básicos en la estructuración del sueño:

1. Deseo reprimido, cuya energía moviliza el proceso onírico.

2. Restos diurnos, llamados así porque son hechos recientes cuya interiorización permite que su energía se ligue a la del inconsciente susceptible de ser manifestado en la imaginería del proceso primario.

Para construir el sueño, el Yo necesita apelar a envolturas aparentemente triviales y, por lo tanto, inocuas, o a envolturas relativamente nuevas y, por ende, no catectizadas (porque otros símbolos preconscientes fueron inaceptables para las agencias censores). De la misma manera, el paciente obsesivo ubica su angustia reiterativa en ideas “banales”, para encontrar una modalidad de expresión de ésta.

En la construcción del sueño, el resto diurno y el contenido reprimido conforman una globalidad funcional. De los miles de estímulos presentes durante el lapso de un día se escogen aquéllos que por su silueta o por su nexo dinámico se prestan más para el sueño total.

Entre el contenido manifiesto y el contenido latente del sueño media lo que se llamatrabajo del sueño o elaboración onírica, cuyos componentes son:

1. Condensación. La condensación alcanza en ciertos sueños una intensidad asombrosa. Una simple imagen puede representar a una larguísima serie de ideas latentes. En el sueño una persona puede tener características de varias otras. La condensación se realiza por uno de los tres procedimientos siguientes:

a- La eliminación de determinados elementos latentes.

b- El registro en el contenido manifiesto de fragmentos de complejos latentes.

c- La fusión en un elemento del contenido manifiesto de caracteres comunes de varias ideas.

2. La omisión y el debilitamiento. En ciertas etapas, el sueño parece cortado (omisión) y en otras etapas puede volverse vago (debilitamiento).

3. Desplazamiento. Los afectos, ideas, valores pueden desplazarse de una persona a la otra, o de una situación a la otra. El material del sueño puede también agruparse de manera totalmente arbitraria y hacer parecer el sueño como absurdo. El desplazamiento, con el fenómeno de condensación, es un factor importante de deformación onírica.

4. Cuidado de la representabilidad o el proceso de la traducción. El Yo se ocupa de que la energía se ligue a un contenido susceptible de ser representado. Uno de los procesos de representabilidad es la simbolización que es la relación constante que existe entre el contenido latente y manifiesto del sueño.

5. Elaboración o distorsión secundaria. El Yo modela el contenido, efectúa racionalizaciones, da importancia a elementos que no la tienen, crea certeza sobre lo incierto e incertidumbre sobre lo más valioso.

6. Traducción de los impulsos reprimidos en lo visual. Lo visual es lo propio del sueño y las palabras o la escritura son un agregado, “prestado” de la vigilia y del proceso secundario.

En el proceso del dormir se produce un debilitamiento de las censuras de la vida de vigilia, lo cual permite que afloren contenidos que de otra manera permanecerían represados. Sin embargo, la censura no desaparece del todo; persiste un Yo vigilante que, en su calidad de guardián del dormir, permite la relajación de las normas tan sólo hasta un determinado punto. La pesadilla o el sueño de angustia corresponde a que la realización de deseos prohibidos se acerca demasiado a su representación directa, es cuando el Yo vigilante, angustiado (angustia señal), despierta la persona. En síntesis, Freud explica la pesadilla en términos de preservación de la economía del placer; para evitar más angustia (angustia traumática), el Yo despierta la persona. Sin embargo se producen a veces pesadillas que se vuelven en sí traumáticas para el sujeto.

Los sueños infantiles generalmente son poco elaborados y reflejan problemas más bien simples relacionados con las vivencias de frustración de los eventos diurnos y su consiguiente realización de deseos.

Sin embargo, en algunos niños angustiados (a veces hiperactivos) (excepcional en adultos) se producen sueños aterradores, denominados terrores nocturnos, donde se despiertan gritando (pueden salir corriendo y hasta chocarse a un muro o puerta) y necesitan cierto tiempo para poder despertarse y salir de la pesadilla.

Dentro de los misterios y enigmas del funcionamiento mental existe el somnambulismo. Las personas que presentan somnambulismo desarrollan actividades motoras automáticas que pueden ser sencillas o complejas. Puede salir de la cama, caminar, orinar o incluso de salir de casa, manejar su auto (a veces comete algún crimen), aparentemente inconciente, es decir sin posibilidad de comunicación. Cuando se despiertan no se recuerdan nada de lo que pasó durante este tiempo. Todo lo anterior acerca el somnambulismo a los síndromes poco frecuentes descritos como personalidad múltiple donde el sujeto tiene dos o más personalidad que alterna en el tiempo. A veces el sujeto sabe de su otra personalidad, en otros casos no lo sabe.

Estos hechos pueden abarcar también los fenómenos denominados “posesión demoníaca”. Si no queremos incluir los factores metafísicos en el funcionamiento mental, debemos ubicar todos estos fenómenos poco explicados dentro de categoría de histeria de disociación (otra categoría es histeria de conversión).

El sueño es primero satisfacción de deseos; segundo, guardián del dormir; tercero, tiene función de comunicación dentro del psicoanálisis y la amnesia de los sueños aparece como fenómeno resistencial; y en cuarto lugar, puede ser la expresión de la compulsión a la repetición (sueño traumático), como respuesta a las situaciones traumáticas. Los analistas que no aceptan el instinto de muerte, piensan que la compulsión a repetición (sea los sueños traumáticos repetitivos, fracasos repetitivos, la elección de pareja repetitiva con los mismos defectos que el de los propios padres, etc.) es un intento inconsciente de reparar y elaborar, reviviendo los traumas del pasado reciente o lejano.

El paciente neurótico, es en mayor o menor grado, incapaz de recordar sus propios sueños y el hecho de que comience a recordarlos y a traerlos al psicoanálisis es un reflejo del relajamiento de la censura.

Además, el estudio de los sueños arroja luz y proporciona riqueza para la investigación de otra serie de fenómenos ligados a la psicología profunda, tales como el narcisismo; la concepción de un mundo de objetos internos; la correlación entre mundo interno de fantasías, recuerdos y mundo externo; la transferencia y metapsicología; y la estructura formal y dinámica de los síntomas neuróticos y psicóticos, y la forma como la energía proveniente de lo inconsciente se liga a las representaciones del mundo exterior y de lo preconsciente para hallar una vía de salida.

La interpretación de los sueños recorre el proceso inverso a la elaboración onírica: su objetivo es desmenuzar los componentes del contenido manifiesto para intentar la comprensión del contenido latente.

2. SUEÑO Y PENSAMIENTO

Wilfrid Bion considera que para que el ser humano pueda soñar (lo que equipara con un real pensar), necesita poseer en su personalidad una función que denomina alfa, capaz de procesar sus impresiones sensoriales internas y externas, para poder así transformarlas en elementos utilizables por el pensamiento onírico, y por el pensamiento inconsciente de vigilia. Los elementos alfa (imágenes, modelos auditivos, olores, etc.) forman, al unirse, una barrera de contacto que aísla y establece un pasaje selectivo entre consciente e inconsciente. Este tipo elaborativo de sueño crea una separación que hace imposible que un sistema invada al otro. Las funciones de censura y resistencia son instrumentos a través de los cuales el sueño crea y diferencia lo consciente de lo inconsciente y permite el pensamiento ordenado. Si la función alfa fracasa, el paciente no puede soñar y, por lo tanto, no puede dormir, como sucede en la psicosis. La función alfa es indispensable para el pensamiento, y luego, para la represión de este pensamiento en el inconsciente, con la finalidad de liberar la conciencia.

Según Bion, el desarrollo de la función alfa depende de dos factores: uno es un factor innato que es la capacidad del lactante de soportar una frustración; otro es la capacidad de la madre de servir de buen continente para recibir las proyecciones insoportables y devolverlos de nuevo “desintoxicadas” y más soportables como elementos alfa (como una función “seno” o como un “holding”).

El fracaso de la función alfa da lugar a la aparición de la pantalla beta, compuesta por elementos beta, que caracteriza el vínculo psicótico y representa un estado de no-diferenciación entre consciente e inconsciente. Los elementos beta no son aptos para el pensamiento inconsciente de vigilia, ni para el pensamiento onírico, apenas adecuados para ser evacuados por la identificación proyectiva y por medio del cortocircuito entre inconsciente y actividad motora denominada acting-out. Los elementos beta no se pueden reprimir, ni unir entre sí, ni son susceptibles de configurar pensamiento; así, la pantalla beta se presenta clínicamente como un estado confuso de lenguaje no articulado, de acción y no de comunicación.

De otra parte, Bion considera que todo ser humano tiene, en grados variables, sus partes psicóticas y no-psicóticas. Lo que puede explicar que una persona, sin ser psicótica, explota de cólera o comete un crimen y, se arrepienta en seguida.

Mediante este modelo, Bion clarifica los procesos normal y patológico del pensamiento, de la cualidad de la función alfa dependerá el tratamiento de las emociones y de las sensaciones. Así pues, las alteraciones del pensamiento son correlativas a una función alfa deteriorada o insuficientemente desarrollada; en este caso ha fracasado en la producción de elementos alfa y en su lugar predominan los elementos beta, que implican una tendencia a actuar (y a alucinar) debido a la imposibilidad de crear símbolos.

3. LOS SUEÑOS DESPIERTOS O LOS ENSUEÑOS

En las sesiones de psicoanálisis se toman las asociaciones y dentro de éstas también los “sueños despiertos”, que son producciones de la fantasía que emergen también del inconsciente y salen a la conciencia por medio de fantasías en vigilia, que por lo tanto son fáciles de ser detectadas por la conciencia.

Los mecanismos del soñar despierto son semejantes a los del sueño, sólo que estos últimos están más estimulados y controlados por la conciencia y la voluntad; en otras palabras, un sujeto puede estimular e inducir fácilmente un sueño despierto; en cambio, el sueño que se presenta durante el dormir o cuando se está saliendo de él tiene menos control. Ocurre sí que los sueños pueden ser provocados por ideas, sentimientos que están muy fijos o que obsesivamente se hallan en la mente del soñante, quien los saca por medio de un sueño pero de una manera deformada. En el soñar despierto la deformación es menor porque es un deseo consciente que quiere ser satisfecho.

Al igual que los sueños, los ensueños se basan en gran parte en las impresiones que dejaron los acontecimientos infantiles; al igual que los sueños, disfrutan de una cierta indulgencia de la censura para sus creaciones.

El sueño diurno se caracteriza fundamentalmente porque hay un predominio de lo que se denomina proceso secundario, es decir, pensamiento consciente, lógico, prevaleciendo una mayor coherencia, puesto que la fantasía consciente es la que está operando, pero con contenidos inconscientes. A su vez los sueños diurnos pueden hacer parte del material de los sueños y encontrarse entre los restos diurnos y como éstos sometidos a deformaciones, presentándose también como recuerdos encubridores. El sueño diurno y la ensoñación o el sueño son una misma cosa.

Algunos analistas lo relacionan con el juego y la creación (artística, científica, tecnológica, etc.), pues en ellos puede haber no sólo la realización de un deseo sino la tendencia a la creación de otra realidad, de un nuevo objeto, de un cambio de lo frustrante por algo gratificante en otra forma original, que se descubre con un distinto orden. Es, en otras palabras, la creación de una diferente realidad menos frustrante, en ocasiones ideal; por lo tanto, se requiere poner en función las sublimaciones y los ideales del yo para hacer un mundo propio de ficción, con una nueva experiencia. De tal forma en sueños podemos encontrar elementos creativos; en las producciones creativas, en los diferentes niveles, psicológicos, intelectuales, sociales, se encuentran los sueños; es así como las creaciones a nivel intelectual, por ejemplo en el arte, se encuentran plenas de ensueños que nos llevan a la experiencia de la belleza y que nos dan un orden, una gratificación y placer vital, y también en ocasiones la posibilidad de conocer el mundo interno del ser humano.

4. INTRODUCCIÓN A LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

Aunque la tarea de interpretar sueños está bastante limitada a la terapéutica psicoanalítica, haremos una introducción a los símbolos oníricos y los sueños típicos.

4.1. Los símbolos oníricos

La expresión que en el sueño revisten las ideas latentes se caracterizan casi siempre por adoptar formas expresivas propias de estados muy pretéritos de nuestro desarrollo mental, como ser, recurrir al lenguaje figurado, a las relaciones simbólicas, a las condiciones que existieron antes del desarrollo de nuestro lenguaje abstracto, etc. Esta circunstancia es la que permitió a Freud calificar arcaico o regresivo el género de expresión de la elaboración onírica.

La elaboración onírica nos hace retornar a una doble prehistoria: en primer lugar, a la infancia (prehistoria individual, ontológica) y en segundo lugar, en cuanto todo sujeto reproduce abreviamente, en el curso de su embriogénesis, el desarrollo de la especie humana, a la prehistoria filogenética.

En todo sueño interviene la persona del sujeto. Cuando en un sueño aparece una persona extraña y no el sujeto, esa persona extraña es el sujeto. Finalmente, cuando el sujeto aparece entre otras personas -casi siempre- esas otras personas son diversas representaciones del sujeto.

Los sueños que se producen una misma noche, pueden pertenecer por su contenido a una sola totalidad, y su división en sueños debe considerarse como una parte de la exteriorización de las ideas latentes.

Las fantasías sobre el propio cuerpo, corresponden casi siempre a un proceso común del pensamiento neurótico y se derivan de la curiosidad infantil.

El análisis de los sueños demuestra, que si bien todos los elementos del contenido manifiesto representan a otro, perteneciente al contenido latente, algunos de los elementos representativos se dan con tal regularidad, en todas las personas, para representar la misma cosa, que constituyen verdaderos símbolos.

Indudablemente, si el folklore, los mitos, las leyendas, los cuentos de hadas, etc., utilizan símbolos, el simbolismo no es privativo de los sueños, jugando en éstos, el mismo papel que en aquéllos.

Existe una relación constante entre el elemento del sueño y su traducción (o sea, entre un elemento del contenido latente y uno del manifiesto), se denomina esta relación: relación simbólica, puesto que el elemento del contenido manifiesto viene a constituirse en símbolo de una idea onírica inconsciente. El simbolismo, entonces, permite la representación disfrazada de ideas latentes.

Hay que insistir sobre el hecho de que no hay ninguna seguridad respecto a lo que un símbolo significa. Los símbolos poseen un sentido diferente según los sueños y sus significados variarán según el contexto en que estén incluidos. Lo que se puede hacer es partiendo del símbolo hacer asociar al sujeto y de sus asociaciones deducir lo que el símbolo representa para él. Cuando no hay asociaciones respecto a un símbolo, considerando el sentido general del sueño y según la historia y vivencias del paciente, el psicoanalista puede reemplazar -y con mucha prudencia- el símbolo por el sentido que se crea ver en ellos.

Los objetos que hallan en el sueño una representación simbólica son poco numerosos. El cuerpo humano en su totalidad, los padres e hijos, los hermanos, el nacimiento, la muerte, la desnudez, la casa, la familia, el acto sexual, las funciones fisiológicas, etc., son objeto de simbolización.

Enseguida daré unos ejemplos de los símbolos oníricos freudianos.

Cosas a simbolizar                     Símbolos

Padre                                      Rey, príncipe, sol. Cualquier otra autoridad.

Madre                                     Reina, madera, luna,

Madre fálica                             Araña.

Matrimonio                              Mesa, cama.

Muerte                                    Partir, separación, viaje, enfermedades, ausencia.

Castración                               Sacarse muelas. Caída de pelo. Cortarse el pelo.

Defensa contra castración          Muchos penes. Soñar con lagartijas.

Cuerpo humano                        Casas.

Cuerpo femenino                      Estantes, cajones, estufas, cuevas, barcos, recipientes, iglesia, castillo, mina, ciudad, etc.

El pene                                    Bastones, tallos, palo, puñales, fusiles, mano, pie. Peces. Sombrero. Rocas. Corbata. Serpientes.

Genitales femeninos                  Jardín. Ropa blanca. Caja, cofres, bolsillo, barcos, armarios, habitaciones, joyas. Libro. La boca, los ojos y los oídos.

Senos                                       Frutas. Melocotones. Manzanas. Paisaje.

Virginidad                                 Flores.

Acto sexual                              Las actividades rítmicas tales como baile, equitación, subir y bajar escaleras. Peleas, choques, ser atropellado por un vehículo, a veces volar, nadar.

Hombre excitado sexualmente (Instintos y pasiones)   Animales salvajes.

Placer sexual                            Golosinas.

Deseo de ser madre                  Salvar a un niño del agua.

Engendrar un hijo                      Salvar a alguien (valido también por el hombre).

Hacer madre a una mujer          Salvar a una mujer del agua.

Embarazo                                 Verse invadido por parásitos.

Nacimiento                               Sumergir o salir de agua. Puente.

Excitación sexual                      La persona vuela, aviones, globos.

Hijos o hermanos                      Animales pequeños. Parásitos.

Masturbación                           Juegos. Resbalar. Tocar a piano. Arrancar ramas. Pegar a niños.

El material de un sueño está integrado por elementos de variado valor. Está constituido por ideas latentes esenciales (que bastarían para organizar un sueño si no existiese la censura) y por materiales poco importantes que comprenden todos los nexos (caminos o formas de enlace) entre el contenido latente y el contenido manifiesto.

Los diversos componentes del contenido latente de un sueño tienen entre sí relaciones lógicas (si, porque, tan, aunque, o-o, etc.), pero el sueño no dispone de medio específico alguno para representar estas relaciones lógicas de ideas latentes entre sí. A estas afirmaciones podría objetarse que hay sueños en los cuales se pronuncian discursos y se ejecutan operaciones mentales. En estos casos, lo que el aparente pensar del sueño reproduce es el contenido de las ideas latentes y no las relaciones de dichas ideas entre sí. Todos los discursos orales que en el sueño aparecen son reproducciones más o menos exactas de discursos reales cuyo recuerdo forma parte del material onírico. De otra parte, podemos también incluir la hipótesis de que sean materiales introducidos por el proceso de elaboración secundaria. De todos modos no se puede negar que en la formación de los sueños intervenga también una labor intelectual crítica o creativa.

La coherencia lógica en los sueños se reproduce en general como simultaneidad. Siempre que en el sueño se muestran elementos próximos unos de otros, hay que pensar que entre ellos hay una íntima conexión.

A veces, un sueño en dos partes puede indicar una relación causal, o bien dos puntos de vista diferentes. La yuxtaposición, la vaguedad o la impresión de un elemento del sueño puede indicar la alternativa o-o (era un jardín o un habitación; era un hombre o una mujer, etc.).

El soñar con la imposibilidad de realizar algo es una expresión del no; y muchas veces, la sensación de parálisis experimentada en los sueños, indica la contradicción y un conflicto con la voluntad. La analogía o semejanza o coincidencia, es la única de las relaciones lógicas que es representada por medios diversos. Las analogías pueden ser representadas cuando el sueño sintetiza en una unidad los elementos que la forman. La unidad puede referirse a personas (identificación) o a objetos (formación mixta). La identificación ocurre cuando la imagen de una persona reúne caracteres de otras (a una imagen se le pueden agregar nombres, rasgos físicos, costumbres, etc., de otras).

Cuando el soñante se dice en su sueño “Esto no es más que un sueño”, es una crítica que tiene por objeto restar importancia a lo soñado. Este último fenómeno demuestra que no todo lo que el sueño contiene proviene del contenido latente, sino que hay una función psíquica, no diferenciado de nuestro pensamiento despierto, que puede proporcionar elementos al contenido manifiesto. Por lo tanto, la instancia psíquica que ejerce la censura participa regularmente en la formación de los sueños; no sólo actúa como restrictora sino que introduce interpolaciones y ampliaciones. Consecuencia de esta labor es que el sueño pierde su primitivo aspecto y se aproxima a la contextura de un suceso racional ya que las interpelaciones, agregados y “remiendos” que agrega, proporcionan al sueño una especie de fachada.

Los fragmentos finales del contenido manifiesto de muchos sueños- fragmentos a los que sigue el dejar de dormir- representan el propósito o el proceso del despertar.

Freud llegó a las siguientes conclusiones investigando la transformación de las ideas en imágenes:

1. No todos los elementos del contenido latente son transformados en imágenes. Muchas de las ideas que integran dicho contenido conservan su forma y aparecen como tales ideas o como conocimientos.

2. En la elaboración onírica se trata de transformar en imágenes sensorias, y con preferencia, visuales, las ideas latentes verbalmente concebidas. Ahora bien, todas nuestras ideas tienen como punto de partida tales imágenes sensorias; sus primeros materiales y sus fases preliminares fueron impresiones sensoriales y, sólo más tarde, se enlazaron palabras a estas imágenes y se reunieron las palabras en ideas.

La elaboración onírica hace, pues, sufrir a las ideas una marcha regresiva y en el curso de esta regresión desaparece todo lo que la evolución de las imágenes mnémicas y su transformación en ideas ha aportado a título de nuevas adquisiciones.

4.2. Los sueños típicos

La elaboración onírica origina sueños de infinitos contenidos manifiestos, empero dentro de esta variación sin límites, hay sueños que, soñados por la mayoría de las personas, muestran un contenido manifiesto similar. A estos sueños, Freud los llamó, sueños típicos.

Freud distinguió dos clases de sueños típicos: los que siempre tienen igual sentido y los que, teniendo parecido contenido manifiesto no significan la misma cosa.

Entre los sueños típicos de igual sentido Freud colocó:

1. El sueño de avergonzamiento ante la propia desnudez. Son sueños en los que se cumple un deseo exhibicionista del sujeto. La penosa sensación que durante estos sueños se experimenta, es la reacción del segundo sistema que origina la censura, por el hecho de haber logrado, a pesar de todo, una representación de un contenido rechazado, de la escena exhibicionista. La intención inconsciente demanda que la escena exhibicionista prosiga y, la censura, que se interrumpa.

En los neuróticos, la desnudez del sexo opuesto juega un rol importante. La manía de los paranoicos de creerse observados cuando se visten o se desnudan, debe ser enlazada a los sucesos infantiles. En los perversos, el deseo exhibicionista infantil pasa a ser obsesivo y compulsivo.

2. El sueño de la muerte de personas queridas. Son sueños cuya contenido entraña la muerte de miembros queridos de la familia, padres, hermanos, hijos, etc.

Estos sueños se dividen en dos clases: aquéllos durante los cuales no se experimenta ningún dolor ante tales muertes y aquéllos en los que se experimenta una profunda aflicción.

Los primeros no pueden ser considerados como típicos. Al analizarlos hallamos que significan algo distinto de lo que parece indicar su contenido manifiesto, siendo su función la de encubrir un deseo cualquiera. Vale decir, que la ausencia de dolor corresponde a algo del contenido latente.

Muy distintos de éstos, son los sueños en que, ante las situaciones de esta índole, siéntese aflicción. Su sentido es en efecto, el que aparece manifiesto en su contenido, o sea el deseo de que muera la persona a que se refieren. Los deseos que el sueño muestra como realizados, no son por lo común deseos actuales, sino deseos pasados, olvidados, y reprimidos.

El deseo de muerte a los hermanos, Freud lo relaciona a los celos y rivalidad, y el mismo deseo, hacia alguno de los progenitores, con lo que después llamaría conflicto de Edipo.

Al relacionar estos sueños con los sueños de angustia, llegó a la conclusión de que sólo se produce el sueño de angustia cuando la censura es vencida total o parcialmente, lo cual lo confirmó más la idea de que la deformación onírica tiene por fin impedir el desarrollo de la angustia o de cualquier otro afecto penoso.

3. El sueño de examen. Es común, después de haber dado un examen, o una prueba de competencia, que soñamos, con angustia, que debemos volver a rendir las pruebas mencionadas o que debemos repetir un curso.

En estos sueños, es el recuerdo de los castigos que en la infancia merecieron nuestras faltas lo que revive en nosotros y viene a enlazarse con los puntos culminantes de nuestros estudios.

Soñamos con los exámenes es cuando tememos que algo nos salga mal, siempre que sentimos pesar sobre nosotros una responsabilidad. Estos sueños, que suelen presentarse cuando al día siguiente ha de resolverse algo importante para nosotros, buscan pues, en el pasado una ocasión en que la angustia se mostró injustificada y quedó contradicha por el éxito. El sueño de tener que rendir una prueba es siempre soñado por personas que salieron triunfantes en esas pruebas. Vale decir, el sueño, en estos casos, tiene por objeto alentar al sujeto. Es como si le dijera: “No temas; recuerda el miedo que sentiste antes de tal examen y recuerda que nada malo te pasó”.

Resulta, pues, que la angustia que sentimos y que atribuimos al sueño, procede de restos diurnos.

4. El sueño en que se pierde el tren, el avión. Los sueños en que se pierden los medios de transporte, tienden a mitigar el sentimiento angustioso de la muerte. Partir es símbolo de morir y el sueño nos dice que no moriremos (no partiremos).

Entre los sueños de parecido contenido manifiesto, pero distinto sentido, Freud coloca:

1. Sueños en los que se nada, se flota, se vuela, etc. En cada caso estos sueños tienen un significado distinto, aunque proceden siempre de la misma fuente: un recuerdo infantil donde interviene el movimiento asociado, casi siempre a una excitación sexual.

Las sensaciones de movimiento pueden, también, representar diversas cosas. Volar, por ejemplo, puede significar deseos de sobresalir de los demás; de ser pájaro y volar libre; de ser puro como los ángeles, etc.

2. Los sueños en los que se atraviesan lugares estrechos. Los sueños con frecuencia angustiosos, donde se avanza a través de túneles, espacios cerrados o estrechos, o sumergidos en aguas, casi siempre se basan en fantasías referentes a la vida intrauterina o el nacimiento.

En estas fantasías está la explicación del miedo a ser enterrados vivos que tienen algunas personas, y el fundamento de la creencia en una vida futura después de la muerte, supervivencia -dice Freud- que no es más que la proyección en el porvenir de la vida prenatal.

3. Los sueños de asaltantes nocturnos. Los ladrones y asaltantes nocturnos, en el sueño, proceden generalmente de recuerdos infantiles. Son los visitantes nocturnos que van a levantar al niño para hacerlo orinar.

Cuando el sujeto llega a reconocer los “visitantes” siempre resultan ser los padres del soñante.

4. Los sueños de caída. Soñados por mujeres, casi siempre significan lo que el lenguaje vulgar indica: “Mujer que cae – mujer que se entrega”.

También pueden significar los deseos del sujeto de ser mimado como cuando niño, al caerse, era levantado y acariciado.

Las ideas latentes son representadas también en los actos fallidos, chistes, mitos, leyendas, cuentos de hadas, poesías y proverbios.

Los sueños de colores, muy vívidos, que semejan la realidad, son la realidad interna del soñante; es por eso por lo que el soñante al despertar le cuesta trabajo o demora hacerse a la realidad externa y piensa que el sueño es la realidad y sólo un tiempo después es cuando al despertarse por completo se tranquiliza al darse cuenta de que sólo era un sueño.

Hay que tener en cuenta que el sueño, además de poder ser la realización de un deseo, es la manifestación de angustia, temor o castigo, que trata de solucionar un conflicto afectivo existente en el inconsciente. Es exacto que el sueño representa no sólo el deseo sino una reflexión, una advertencia o proyecto, un intento de resolver un problema o la premonición de un evento, todo lo cual es captado o registrado por el inconsciente; a estos últimos sueños se los denomina premonitores, pues detectan lo que ha de venir; sin embargo, todos estos sueños o mejor su contenido manifiesto no son sino partes superficiales del sueño y no exclusivamente un proyecto, una advertencia, una premonición, etc., sino más bien un proyecto a una advertencia debida a un deseo inconsciente.

Por Dr. Ismail YILDIZ, Médico Psicoanalista online, Docente de Psicoanálisis, y supervisor, Bogotá, Colombia.
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