Obras de André Green

VIDA Y OBRAS DE ANDRÉ GREEN

Un psicoanalista apasionado y creativo

Publicado en la revista Psicoanálisis (vol.XXIV, No.1, p.11-23, 2012) de Asociación Psicoanalítica Colombi.

Por Dr. Ismail YILDIZ, Médico Psicoanalista online individual y de pareja, Docente de Psicoanálisis y Supervisor, Bogotá, Colombia.

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RESUMEN

Por reciente muerte de André Green, psicoanalista francés, se presenta brevemente su vida y sus aportes principales al Psicoanálisis.

Ante la exclusión de los afectos en la construcción de Lacan, Green amplía la metapsicología freudiana enfatizando la importancia de los afectos en la vida psicológica, en el lenguaje y en el proceso psicoanalítico.

Green piensa que normalmente los afectos habilitan al yo para vivenciarse a sí mismo en su relación con el cuerpo y para comunicarse con los demás. El origen de los afectos sería el ello y el yo trataría de dominarlos. Considera tres modalidades principales de la vida afectiva: Los sentimientos son afectos señales que tienen una función semántica en el yo y para los otros. Las emociones son afectos traumáticos, dominan al yo y producen  indiscriminación de representaciones y afectos.Las pasionesse refieren a una relación con un objeto concebido como único e irremplazable, producen locuras privadas.

El narcisismo de muerte, una conceptualización original de Green, se produce por predomina de la pulsión de muerte, lleva al sujeto a la reducción de tensiones a nivel cero, a un deseo de no deseo, a la desinvestidura de sí mismo y del objeto (función desobjetalizante). Se manifiesta por ascetismo, afánisis, anorexia mental, alexitimia y pensamiento operario.

Dentro de sus otras conceptualizaciones originales podemos nombrar procesos terciarios, angustias de intrusión, género neutro, narcisismo moral, síndrome de madre muerta, posición fóbica central y trabajo de lo negativo.

Green, como un psicoanalista creativo, diferencia la originalidad de causalidad psicoanalítica de otras causalidades conocidas, defiende la existencia de un pensamiento clínico psicoanalítico, y finalmente presenta ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Lectura de sus obras hace pensar y hace el psicoanálisis más vivo.

Palabras claves: André Green, narcisismo de vida y narcisismo de muerte, afectos (sentimientos, emociones y pasiones) en psicoanálisis.

ABSTRACT

 

LIFE AND WORKS OF ANDRÉ GREEN

A passionate and creative psychoanalyst

For recent death of André Green, French psychoanalyst, his life and his major contributions to psychoanalysis is briefly presented.

Due to the exclusion of the affects in the theories of Lacan, Green extended the Freudian metapsychology, emphasizing the importance of the affects in psychological life, language and psychoanalytic process.

Green thinks that normally affects empower Ego to feeling himself in relation to the body and to communicate with others. The origin of the affects would be the Id and the ego would dominate them. He considers three main modes of the emotional life. The feelings are affects signals that have a semantic role in the Ego and for others. The emotions are traumatic affects, dominate the Ego and produce confusion of representations and affects. The passions refer to a relationship with an object conceived as unique and irreplaceable, produce private madness.

The narcissism of death, an original conceptualization of Green, is produced by predominates of the impulse of death, leads to the subject to the reduction of tensions at level zero, a desire of not wish, the desinvestiture of the self and the object (function of desobjectalization). It manifests by asceticism, afánisis, mental anorexia, alexithymia and operator thought.

In his other original conceptualizations we appoint tertiary processes, anxiety of intrusion, neuter gender, moral narcissism, syndrome of dead mother, phobic central position, and work of the negative.

Green, as a creative psychoanalyst, differentiates the originality of psychoanalytic causality from other known causalities, defends the existence of a psychoanalytic clinical thinking, and finally presents guidelines ideas for a contemporary psychoanalysis. Reading of his works suggests and makes the Psychoanalysis more living.

Key words: André Green, narcissism of life and narcissism of death, affects (feelings, emotions and passions) in psychoanalysis.

INTRODUCCIÓN

Por reciente muerte de André Green (el 22 de enero de 2012 en Paris) (nacido 12 de marzo de 1927 en Cairo en el seno de una familia judía), psicoanalista francés, decidimos informar en nuestra Revista sobre su vida y sus obras.

Green estudió medicina y se especializó en psiquiatría en la facultad de medicina parisiense. En 1965, después de haber finalizado su formación como psicoanalista, entró a formar parte como miembro de la Sociedad Psicoanalítica de París, de la cual fue presidente desde 1986 hasta 1989. Desde 1975 hasta 1977 fue vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional, y desde 1979 hasta 1980 profesor en la Freud Memorial Chair del University College de Londres y es profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (Rojas, 1997).

En este escrito intentaré presentar sus aportes principales al psicoanálisis. Como Green ha publicado muchos artículos y numerosos libros, esta presentación será necesariamente resumida e incompleta.

SUS CONSIDERACIONES SOBRE AFECTOS[1]

Una de las particularidades de Green, como la mayoría de los psicoanalistas franceses, es que fue influido, para no decir impactado, por Lacan (Green siguió los seminarios de Lacan de 1960 a 1967), aunque no compartiera necesariamente la totalidad de las construcciones de Lacan. Efectivamente, su obra “Le discours vivant. La conception psychanalytique de l’affect”. (El discurso viviente. La concepción psicoanalítica del afecto) (1973), fue motivada inicialmente por su constatación que las teorías lacanianas excluían, o “olvidaban”, los afectos. Green revisa en esta obra las consideraciones de Freud y de otros autores sobre afectos y él mismo propone que los afectos son centrales en la vida psíquica. Green siguió refiriéndose casi en todas sus obras posteriores, directamente o aludiendo, a teorías lacanianas, a veces aceptando ciertas ideas de Lacan, otras veces proponiendo mejores alternativas.

Con su valoración de los afectos en la vida psíquica, Green es uno de los psicoanalistas que ha escrito más sobre los afectos. En consecuencia, describiré con cierta amplitud sus consideraciones sobre los afectos en general y los afectos relacionados con el narcisismo.

Green considera que los afectos habilitan al yo para vivenciarse a sí mismo en su relación con el cuerpo y para comunicarse con los demás. Además, el afecto puede sustraerse del control del yo, que es capaz de inhibir la acción pero no siempre puede evitar ser “inflamado” por los afectos. El origen de los afectos sería el ello y el yo trataría de dominarlos. Generalmente, los afectos son más tormentosos y masivos en los niveles pregenitales y en casos de labilidad afectiva.

Green (1973, 1986, 1998) considera tres modalidades principales de la vida afectiva: 1. Los sentimientos que tienen intención de significar; son afectos señales que tienen una función semántica en el yo y para los otros. 2. Las emociones que trastornan la cohesión interna de los mensajes vivenciados o transmitidos; son afectos traumáticos que desorganizan las comunicaciones destruyendo las estructuras productoras de sentido. En estos casos, las mociones pulsionales provenientes del ello quiebran las barreras yoicas. Esos afectos abrumadores e invasores toman el lugar de representaciones, dominan al yo y destruyen la organización psíquica (indiscriminación de representaciones y afectos). 3. Las pasiones (locuras privadas) se refieren a una relación con un objeto concebido como único e irremplazable.

Estudia la importancia de los afectos en el lenguaje en general y más especialmente en el proceso psicoanalítico en su abra “El lenguaje en el psicoanálisis” (1984a). Crítica el fundamento de la teoría de Lacan que afirma que “El inconsciente está estructurado como un lenguaje” y reafirma la teoría freudiana que el lenguaje verbal es una de las funciones de sistema Prec.-Cc. (Preconsciente-Consciente). Además, Green propone la existencia de procesos terciarios. Afirma: “Postulamos, pues, la existencia de mecanismos de relación entre procesos primarios y secundarios: circulan en los dos sentidos, los llamamos procesos terciarios y los atribuimos al preconsciente de la primera tópica y al yo inconsciente de la segunda.” (Ibíd., p.137). Considera que los procesos terciarios constituyen el puente entre el aparato del lenguaje y el aparato psíquico (incluyendo las dos teorías tópicas de Freud). Piensa, por ejemplo, que la creatividad en general y la interpretación del analista en particular son producidas por los procesos terciarios.

Hipotetiza (1998) que la indiscriminación de los afectos y las representaciones (de cosas, objetos, imágenes, ideas) intervienen en los casos de “desborde” de los afectos que desorganizan al yo en forma de despersonalización, ataques de pánico, terrores sin nombres, somatizaciones y desafectación. En las estructuras fronterizas y psicóticas y en las formas extremas de angustias se encuentran fallas en la actividad representacional y en la discriminación de las representaciones y afectos.

Esas indiscriminaciones se deben a traumas severos de la niñez o disfunciones crónicas sutiles de la relación madre-hijo. En esos casos, el objeto se siente como fuente de profunda desconfianza y de peligro permanente. Las mismas personas tienen una extrema vulnerabilidad narcisista y una posición fóbica central al destape de angustias primitivas por la asociación libre.

La confusión de los afectos es una de las manifestaciones de la indiscriminación de afectos y representaciones que se refleja en la contratransferencia por perplejidad. En esos casos graves, la asociación libre se vuelve una amenaza de desorganización. Faltarían en esas personas las formaciones intermediarias (procesos terciarios) que hacen puente entre la actividad psíquica inconsciente y la consciente.

Según Green, cuando los afectos son inaceptables por el superyó o amenazan en desorganizar al yo (pérdida de control) se producen:

a. Defensas contra los afectos. Todos los mecanismos de defensas, pero los siguientes son especialmente utilizados: 1. Represión, el aislamiento del afecto. 2. Proyección. 3. Expulsión por el acto (acting out). 4. Somatización. 5. Delincuencia. 6. Forclusión de los afectos, que es una forma de negación radical (desafectación o helada afectiva);

b. Ligazón de los afectos a los sucesos de la vida real y a las relaciones con objetos externos para evadir la asociación libre; y

c. Transferencia de los afectos a la relación con el analista induciendo resistencia y otras manifestaciones de la transferencia. Para evitar tomar conciencia en la transferencia de los afectos, el paciente puede tener alucinaciones negativas del pensamiento en forma de negativismo activo (no quiere saber nada) o pasivo (olvida la interpretación mientras escucha, o la interpretación le “resbala”). En otros casos se manifiesta por disfuncionalidades del pensamiento, hipocondriasis, acting outs o por estados psicosomáticos con alexitimia.

Según Green, cuando ocurre la indiscriminación de representaciones y de afectos puede manifestarse en las siguientes formas particulares:

1. El sentimiento de “desborde” de los afectos. El sujeto siente la invasión afectiva y el dolor de impotencia para luchar contra esta invasión, sensaciones de despersonalización o alucinaciones con estados indecibles de amenaza de aniquilamiento. En esos casos, el cuerpo inundado por el afecto siente una amenaza de explosión y desintegración.

2. Las perturbaciones de las percepciones externas (desrealización).

3. Para defenderse de los afectos destructivos o autodestructivos puede llegar a un bloqueo afectivo con desafectación. Para evitar el dolor narcisista el sujeto puede llegar a no esperar nada de nadie para no tener que perder nada y para evitar cualquier decepción.

4. El status del objeto no consigue jamás una forma aceptable, aun con el objeto de simbiosis se siente decepcionado y perseguido permanentemente. No puede abandonar al objeto simbiótico ni admitir que él puede abandonarlo. Existe un gran temor a la libertad. A veces el paciente no puede abandonar a su domicilio.

En los casos de indiscriminación de afecto y representación, la contratransferencia, reflejo de la transferencia, es particularmente insoportable, oscilando entre lo inaprehensible y el sentimiento de encontrarse prisionero de una situación sin solución. En esas situaciones, el analista no debe limitarse a revelar un sentido oculto sino debe construir o crear un sentido nunca formado antes.

SUS CONSIDERACIONES SOBRE NARCISISMO Y AFECTOS RELACIONADOS

Green, en su libro “Narcisismo de vida y narcisismo de muerte” (1983), enriquece nuestra comprensión de narcisismo normal y patológico, y propone también varios conceptos nuevos en esta área.

Carácter narcisista y angustia de intrusión

Green considera que el carácter narcisista (amor exagerado a la imagen de sí mismo, autoidealización), con su coraza o caparazón (frialdad, distancia, indiferencia), se produce por los sufrimientos traumáticos con los objetos primitivos; es un dispositivo protector antiestímulo psíquico y preventivo frente a nuevos traumas, para proteger zonas sensibles, vulnerables que amenazan con despertar el dolor. Pero la armadura tiene sus puntos débiles o fallas, y el objeto los descubre y puede vengarse de su indiferencia. Entonces el sujeto narcisista se verá tomado entre la angustia de separación (angustia de castración narcisista) y la angustia de intrusión. Las angustias ante la intrusión, de ser poseído, sometido, invadido, impotente y afligido dan origen a un pánico interior que opera como una tormenta afectiva masiva.

Narcisismo de vida y narcisismo de muerte

Green (1983, 1984b) considera como narcisismo de vida o narcisismo positivo, la ligazón de pulsiones de vida y de muerte en las investiduras de sí mismo (dando cohesión al yo) y del objeto (función objetalizante) que interviene en todas las emociones y pasiones involucradas en las relaciones con el Otro (alteridad) y el otro (objeto narcisista).

En el narcisismo de muerte o negativo, predomina la pulsión de muerte, induciendo una desligazón de dos pulsiones principales, llevando al sujeto a un deseo de no deseo para evitar más sufrimientos narcisistas por fracasos repetidos o insuperables, a la aspiración de la reducción de tensiones a nivel cero, al deseo de Nada y a no vivir (principio de Nirvana de Freud), a la desinvestidura de sí mismo y del objeto (función desobjetalizante). El narcisismo de muerte se manifiesta, en sus diferentes grados, por ascetismo, afánisis (desaparición del deseo sexual), anorexia mental, alexitimia y pensamiento operario de las personalidades psicosomáticas, melancolía, autismo, y en las formas no paranoides de las psicosis crónicas donde se acerca a una forclusión total de los afectos.

Angustias narcisistas

Cuando fracasan los mecanismos de defensas del narcisismo de vida y de muerte aparecen las angustias narcisistas en forma de dolor mental, hipocondría, depresión (por decepción del objeto y, más regresivamente, el sentimiento de fracaso del yo frente a las exigencias del ideal del yo) y/o sentimientos de fragmentación o despersonalización (La despersonalización es una defensa contra la psicosis, no un estado psicótico). La fragmentación pasajera puede ser también una defensa contra la depresión. El medio de salir de las angustias de fragmentación es procurar, a cualquier precio, un objeto sustitutivo presente e incorporable (volver a la fusión o simbiosis).

El dolor psíquico

El dolor corporal es de índole narcisista, y el dolor psíquico resulta también de la pérdida de un objeto con investidura narcisista. La angustia es una señal de peligro, mientras que el dolor psíquico ya es una herida ocurrida. La hemorragia narcisista corre por la llaga del narcisismo herido, cortado. El yo experimenta una pérdida y hasta un vaciamiento de su sustancia, su consistencia queda sentida, es decir que la unidad narcisista está amenazada. El yo se lastima, se mortifica en su lucha para asir el objeto. A diferencia de la melancolía, no hay aquí indignidad ni autoreproche sino un sentimiento de perjuicio y de injusticia. Ese estado de dolor psíquico es el producto de traumas acumulativos. Cuando se reabre una herida narcisista principal, se vive un estado interno de trauma continuo.

Formas diferentes (subestructuras) del narcisismo

Green (1983), a parte de subdividir el narcisismo en narcisismo de vida y de muerte, describe cinco formas particulares del narcisismo: 1. Narcisismo corporal; 2. Narcisismo intelectual; 3. Narcisismo moral; 4. El genero neutro; y 5. Complejo de madre muerta.

1. Narcisismo corporal recae sobre el sentimiento del cuerpo y sus representaciones. El cuerpo es utilizado por la mirada del Otro para sentirse aceptado y para seducirlo.

2. Narcisismo intelectual se manifiesta en la investidura del dominio intelectual, con una confianza abusiva en éste, desmentida a menudo por los hechos. Es una omnipotencia del pensamiento que pone los procesos secundarios al servicio de esta tarea. Es una forma de autosuficiencia y de valorización solitaria utilizada para el dominio y/o la seducción intelectual.

3. Narcisismo moral se produce por la investidura narcisista del objeto idealizado con predominio del orgullo, honor y megalomanía, mientras que el masoquismo moral se produce por la culpa, como lo había descrito Freud. El narcisista moral encuentra una satisfacción libidinal por el sentimiento de ser mejor por la renuncia y la privación. La autoprivación se convierte en la mejor valla protectora frente a la castración y al sufrimiento. Intenta proporcionar al ello y al yo el medio de hacerse amar por un superyó exigente y un ideal del yo tiránico. Pero cuando el objeto ideal narcisista decepciona se genera humillación, vergüenza, furia y eventualmente suicidio.

Green contrapone la culpa a la vergüenza. La culpa es la internalización de la idea de falta, de un mal moral o de pecado, es el resultado de la transgresión de lo divino, de la Ley, como ocurrió con Edipo, que lleva a la responsabilidad, a la justicia, al castigo y a la expiación de la culpa (reparación). En cambio, la vergüenza es deparada por una fatalidad, es una señal de la envidia de los dioses y no aceptación de la Ley del Padre. Las relaciones entre la vergüenza y la culpa son muy complejas, pero el carácter destructor de la vergüenza es mayor: la culpa se puede compartir, la vergüenza no se comparte. Uno puede tener vergüenza de su culpa, se puede sentir culpable de su vergüenza. La vergüenza adquiere a menudo un carácter irreparable.

En algunos casos de narcisismo moral predomina la autoprivación, el ascetismo, el rechazo de la “carne” para acercarse a Dios (ideal del yo). Otras manifestaciones del narcisismo moral son la denegación de los deseos orales o sexuales (horror al sexo) y/o un mesianismo con una convicción de la superioridad sobre la gente del común. En estos últimos casos existe un orgullo inmenso tras las formas engañosas de una humildad intensa.

4. Género neutro

El conflicto sobre la identidad sexual puede encontrar una salida en una posición de anulación del deseo sexual y de la identificación sexuada. En este caso se genera una fantasía del género neutro, ni masculino ni femenino. Este aplastamiento de pulsiones hace que las inclinaciones idealizantes y megalomaníacas del sujeto no se orienten hacia el cumplimiento del deseo sexual sino hacia la aspiración a una ilusión de autosuficiencia. Esta fantasía de neutralidad es una defensa, construida con la ayuda de todos los recursos de un narcisismo intemperante, lleva las marcas del despotismo absoluto de un ideal del yo tiránico y megalomaníaco.

Esta fantasía acaso es elaborada sobre la percepción de la fantasía materna, que desea que su hijo no sea; que no sea ni sexuado, ni vivo. Pero la procura del amor materno se aúna a una sed inextinguible de amor y a una sensibilidad exacerbada hacia toda manifestación de rechazo por parte del objeto amado, sea este un sustituto materno o paterno. Así las cosas, la salvación sólo aparece en la fantasía del género neutro, en esos estados de indiferenciación sexual, como una manifestación de obediencia al deseo de la madre y de venganza hacia ella, en un rechazo violento de la madre.

A la fantasía del género neutro confluyen el mito de hermafrodita, el símbolo del Fénix, andrógino, autoengendrador e inmortal. La totalidad es salvada y son negadas las diferencias sexuales y la falta.

5. Complejo de madre muerta

Según Green, el “complejo de la madre muerta” se produce en el hijo (o en la hija) por una depresión repentina de la madre que disminuye su interés por este durante los primeros años de vida (sobre todo durante el segundo y el tercer año). En este caso se produce una pérdida repentina de amor de la madre sin que el infante pueda comprender. Ese complejo se produce más completamente cuando el padre también es inaccesible afectivamente al hijo. El hijo intenta en vano reparar la madre absorbida por su duelo, se siente impotente y lucha contra sus propias angustias de pérdida de amor con agitación, insomnio o terrores nocturnos. Cuando el infante se siente impotente se produce una serie de mecanismos de defensa: 1. La desinvestidura del objeto materno (asesinato psíquico sin odio) y la identificación inconsciente con la madre deprimida (“muerta”); 2. La no comprensión de tristeza de la madre favorece la fantasía en el hijo de que el padre es el causante, lo que crea un Edipo precoz; 3. La reticencia en amar al objeto, el bloqueo del amor y la utilización del otro únicamente como objeto de placer sensual; 4. El desarrollo precoz de capacidades intelectuales y de fantasear para adivinar o anticipar las reacciones de la madre (formación de falso self). Más tarde, cualquier herida en la vida amorosa despierta un dolor psíquico y se asiste a un resurgimiento del sentimiento de fracaso, de incapacidad. “Nunca he sido amado” se convierte en una nueva divisa a la que el sujeto se aferra y se esfuerza en verificar en su vida amorosa ulterior. Es un duelo imposible. La pérdida narcisista (herida de omnipotencia narcisista), el fracaso de simbiosis y la separación mal consumada no permiten adquisición de constancia objetal, creando un estado de vacío doloroso.

LOCURAS PRIVADAS, LOCURAS PÚBLICAS Y FRONTERIZOS

Green, en su obra “De locuras privadas” (1986), diferencia las locuras privadas (pasiones) de las locuras públicas (psicosis). Considera que todas las vicisitudes de Eros adolecen de un potencial de locura. En la locura hay que marcarel elemento afectivo, pasional, que modifica la relación del sujeto con la realidad, elige un objeto parcial o total, adhiere a él más o menos exclusivamente, reorganiza la percepción del mundo en torno a él, lo envuelve en un aura que lo convierte en el único y el irremplazable. Este objeto cautiva al yo y lo aliena, se forma de él una representación interior obsedante y sobreinvestida, constituye la lógica que justifica su estado interior. No sólo la pasión arrastra al yo sino que ese mismo yo se vuelve ciego y ya no es consciente que ha sido desbordado. La pasión domina al sujeto y comanda sus acciones. El enamoramiento, ideologías cerradas y fanatismos pueden considerarse como estos tipos de pasiones. Junto a las pasiones eróticas y místicas (Pasión de Cristo), las pasiones narcisistas traen consigo efectos no menos alienantes: muchos mueren a causa de su ambición insaciable y la pasión por el poder. Esta misma locura surge también en las estructuras antieróticas: obsesivas, depresivas, toxicomanías y suicidios.

El objeto de pasión es una metáfora de la madre. La pérdida del objeto de la pasión puede traer consigo una inhibición de las grandes funciones biológicas, como en la depresión y la melancolía.

El narcisismo “patológico” no es sino la pasión de la imagen de sí y de las formas que en ella se encarnan. Las angustias “arcaicas” son los afectos de las pasiones narcisistas allí donde no es posible ninguna diferenciación entre el yo y el objeto, allí donde el amor y la destructividad afectan al mismo tiempo al yo y al objeto.

Green considera que las locuras son diferentes de las psicosis (los fronterizos estarían entre la locura y la psicosis). La locura, que es constitutivo de los humanos, está ligada a las vicisitudes del Eros primordial siempre en conflicto con las pulsiones destructivas. Cuando Eros sale vencedor del combate, es decir, cuando la pasión que habita a Eros consigue ligarse, la psicosis queda conjurada. Por el contrario, cuando las pulsiones de destrucción prevalecen sobre Eros, la desligazón prevalece sobre la ligazón y la psicosis triunfa.

La psicosis se instala cuando la locura materna no se manifiesta en forma de amor sino en una actividad pulsional intensa, no contenida, ya sea bajo una forma directa, ya sea bajo la forma disfrazada de la angustia o de las defensas frente a ésta que impiden el ejercicio de su papel del yo auxiliar, continente y de espejo. En esos casos, el yo del infante no solamente tiene que luchar contra la fuente interna de locura (sus pulsiones), sino también contra la fuente externa de locura (pulsiones de la madre: sobreprotección, intrusión, penetración, posesión, indiferencia, imprevisibilidad). Sin saber cómo hacer frente al peligro ni dónde está, el yo empieza a utilizar las pulsiones destructivas. Estas se vuelcan ora sobre el objeto externo, ora sobre el objeto interno, y aun sobre el yo. Es ahí donde aparecen no sólo las angustias narcisistas de la locura privada sino las angustias psicóticas de la locura pública, o sea la psicosis. La movilización de las pulsiones destructivas en la psicosis es el recurso supremo de la actividad contra la pasivización por un objeto fusional (pasional) en el cual ya no es posible descansar.

De otra parte, Green considera que normalmente no existe el par madre-hijo sin un padre en alguna parte. Cuando la madre quiere borrar toda huella del padre en el hijo (forclusión del Nombre del Padre) se produce una estructura psicótica (no necesariamente psicosis sintomática). La función del padre es limitar la locura materna normal en el tiempo y transformarla hacia la separación del hijo (castración simbólica de la madre y del hijo).

La transferencia psicótica se singulariza por su carácter destructivo del marco analítico y de la comunicación con el analista. La paranoia es su representante más radical, todo es la obra del otro. El psicoanálisis no se produce sino cuando la locura del sujeto, y en ciertos casos su psicosis, entran en el campo de la transferencia. Esto porque la locura neurótica más pura puede contener algún elemento psicótico (núcleo psicótico) y, a la inversa, hay locura en la psicosis más declarada.

En el mismo libro Green trata ampliamente el concepto de fronterizo en psicoanálisis, que él prefiere denominar estructuras no-neuróticas. Explica sus manifestaciones clínicas muy heterogéneas (labilidad emocional y desborde frecuente de afectos, actuaciones y somatizaciones, angustias de separación y angustias de intrusión, angustias automáticas y ataques de pánico, despersonalización y sentimiento de fragmentación, difusión de identidad (falta de coherencia del yo), mentira y actitudes psicopáticas, actitudes de falso self o personalidad como-si, sueños evacuativos, pensamientos y actitudes de todo o nada (bueno y malo), sentimiento de futilidad o de vacío, dificultad de concentrarse, etc.) por predominio de escisión y desmentida sobre la represión, por predominio de función desobjetalizante sobre procesos de representación, por indiscriminación de representaciones y de afectos, por insuficiente funcionamiento de procesos terciarios y de creatividad. En los fronterizos existen también trastornos del pensamiento racional porque los procesos del pensamiento están cargados con cantidades masivas de afectos.

Green considera que “…en las personas fronterizas existe una escisión entre los dos padres según las nociones de lo “malo” y lo “bueno”, lo “persecutorio” y lo “idealizado”; uno de los progenitores se percibe como “totalmente malo”, y el otro, como “totalmente bueno”. Dentro de esta relación, el objeto parental “bueno” se percibe como débil e ineficaz, y la sobrevaloración de idealización “bueno” no defiende de la “maldad” omnipotente del otro progenitor. El miedo de ser abandonado por el objeto parental intrusivo “malo” no lleva a otra parte que a un desierto, y que el objeto “bueno” idealizado sea inalcanzable, demasiado distante y poco confiable, pone al paciente fronterizo en un dilema insoluble.” (Íbid. p. 116). De esta manera, el juicio de realidad en los fronterizos no correspondería a “sí” o “no”, sino a ni “sí” ni “no”. Además, piensa que la proyección de partes perturbadas, y desmentidas, de los padres enfermos en sus hijos produce en ellos estructuras no-neuróticas o fronterizas.

TRABAJO DE LO NEGATIVO

Green, en su libro “El trabajo de lo negativo” (1993) y en varias de sus artículos (Green, 1997a, 1998, 2000) desarrolla otro concepto nuevo, trabajo de lo negativo, para explicar muchas manifestaciones psicológicas.Se puede decir que el trabajo de lo negativo abarca, de una parte, la negativización o la supresión por la mente de algo presente, como ocurre en la alucinación negativa o aun en la represión; y de otra, la investidura de algo que desapareció dejando un hueco, como en casos del complejo de la madre muerta y de resentimientos que no permiten investir libidinalmente nuevos objetos. Estos sujetos se identifican con el hueco dejado por la desinvestidura y no con el objeto. Para ellos la madre “perdida” traumáticamente y el hueco dejado serían más reales que el objeto vivo y presente: como si el hueco, la falta y el duelo se transformaran en objetos de identificación y de investidura, en detrimento del objeto faltante. De la misma manera, la investidura de “aspectos negativos de las relaciones” presenta a veces una notable intolerancia al duelo.

El trauma no es sólo algo que ha ocurrido ? en el sentido clásico del traumatismo (por seducción sexual o por un acto agresivo) ? sino algo que no ocurrió a causa de una ausencia de respuesta por parte del objeto. Lo único real sería el hueco; es decir, la ausencia, la vacuidad dolorosa, la futilidad o la muerte.

La elaboración o la reparación del trabajo de lo negativo sería la creación de una escena en la que puede desarrollarse una representación, como una positivización de la negatividad. Esa elaboración se realizaría con los procesos de soñar, los duelos normales, los juegos y la elaboración psicoanalítica. Para elaborar el trabajo de lo negativo en el proceso psicoanalítico hay que buscar sentidos al sentimiento de vacío (crear sentidos y no descubrir únicamente los sentidos ocultos y lo inconsciente) y ligar las pulsiones a los objetos (función objetalizante), buscando la intrincación de las pulsiones eróticas y destructivas, reconociéndolas, discriminándolas, aceptándolas y elaborándolas (Green, 1998).

Green considera que la negativización ocurre también en la formación del inconsciente con la represión y en otros procesos donde intervienen otras defensas que llama primarias, como la forclusión (nadificación o exclusión radical), desmentida (renegación) y la negación. Sostiene que el vinculo -K, el pensamiento operario, la alexitimia, el negativismo, la reacción terapéutica negativa, el narcisismo negativo y las “neurosis de vacío” contienen procesos de negativización.

SEXUALIDAD, EROS Y TÁNATOS

“¿Tiene la sexualidad algo que ver con el psicoanálisis?” (Green, 1995a) es el título provocativo de su artículo donde recuerda a los psicoanalistas la importancia de la sexualidad genital y del complejo de Edipo en la vida psíquica de seres humanos y en la situación psicoanalítica. El autor argumenta que la moda de centrarse en las relaciones objetales, la fijación pregenital, la patología fronteriza y las teorías y técnicas inspiradas en observaciones del desarrollo infantil ha oscurecido el significado y la importancia de la sexualidad en la teoría y práctica psicoanalíticas. Green no solamente estudió profundamente las teorías de Freud sino también las criticó y las amplió cuando creía que eran necesarias, y sobre todo describió nuevos síndromes y creó nuevos conceptos psicoanalíticos. Entre otras de sus “fidelidades” a Freud, aceptó la existencia de pulsión de muerte freudiana y, reinterpretándola a su manera particular, la utilizó para construir varios conceptos originales, como función desobjetalizante y narcisismo de muerte, como ya los vivos (Green, 1983, 1984b).

En su libro “Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual” (1997b), Green vuelve sobre la sexualidad en psicoanálisis y describe sus otras comprensiones y sus nuevas conceptualizaciones. Considera que en los desarrollos del psicoanálisis posfreudianos, Klein, Bion, Winnicott, Lacan, Kohut, entre otros, han desestimado en sus teorizaciones las funciones de la sexualidad genital. El énfasis de Green en la sexualidad se justifica en los tiempos en que la sexualidad rompe viejos tabúes y pretende vivir sin trabas ni prohibiciones la rica experiencia a la que da acceso.

Aceptando Eros como pulsión de vida o amor (sin consideraciones mitológicas o metafísicas), considera que interviene en la vinculación con otros (función objetalizante) y en la construcción del sujeto. La desintricación de pulsiones de muerte de Eros produce destrucción de vínculos intersubjetivos (función desobjetalizante), violencia y a veces la destrucción del sí mismo.

Green considera la sexualidad como una parte de Eros y propone considerarla como un proceso que ha salido del cuerpo hacia el objeto o que fue sacudido por el objeto hasta las profundidades del cuerpo, y asociar el trazo de movimiento que caracteriza a lo sexual, desde la excitación hasta la satisfacción, con toda la riqueza de componentes que participan en ella, para concluir que la mejor manera de expresarla es hablar de una cadena erótica. Y como la multiplicidad de encadenamientos posible es patente, y abre múltiples posibilidades de entrecruzamientos, esto justifica la calificación: las cadenas de Eros.

En este libro trata especialmente la sexualidad en los fronterizos, la bisexualidad, las homosexualidades, la sexualidad adictiva, la pedofilia, la violencia sexual y la sexualidad criminal. En estos últimos casos el acto sexual es apenas acompañado de placer. En estos sujetos se comprueba la existencia de una necesidad imperiosa, de una presión incontenible, más que de un deseo erótico. Esta necesidad va acompañada por la amenaza de desorganización del yo, que llega a la despersonalización, y por el predominio del sentimiento de dominación y de poder donde el placer (sádico inclusivo) se borra a favor de afectos que se caracterizan mejor por venganza o el control omnipotente, mientras que el orgasmo adopta aquí la forma de un cataclismo más que de un éxtasis. “La situación central es esencialmente de mediación de los estados de placer-displacer entre la relativa inhibición de la sexualidad, más o menos acentuada, por efecto de la represión o de censura del superyó, y el despliegue sin límite ni freno del empuje interno donde la cualidad de lo agradable desaparece a favor de una compulsión en la que despunta una tonalidad más psicótica que perversa.” (Ibíd. p.246).

En sus contribuciones a la metapsicología, propone en este libro dos formas más de energía psicológica aparte de energía libre en los procesos primarios y energía ligada en los procesos secundarios. Una tercera forma de energía se desencadenaría en ciertas situaciones y desbordaría lo psíquico (lo psíquico no tolera), produciendo compulsión a repetición, caos, cataclismo, despersonalización y pánico (Podemos equiparar a las situaciones que Freud había descrito como angustia automática o traumática). Una cuarta forma sería una energía reticulada e intensivamente desplegada, y sería diferente de energía ligada de procesos secundarios. Esta energía intervendría más especialmente en lo que Green llama las cadenas de Eros. Piensa que este modelo de funcionamiento se aplica a la conceptualización de las relaciones entre las diferentes formas de actividad psíquica de las instancias, a los ámbitos de creación artística, del descubrimiento científico y de la especulación intelectual (Ibíd. p.71-72).

RE-PRESENTACIÓN DEL PSICOANÁLISIS PARA EL FUTURO

En sus tres libros siguientes, Green diferencia la originalidad de causalidad psicoanalítica de otras causalidades conocidas, defiende la existencia de un pensamiento clínico psicoanalítico al lado del pensamiento teórico psicoanalítico, y finalmente presenta ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo.

Efectivamente, en su libro, “La causalidad psíquica. Entre naturaleza y cultura” (1995b), el autor diferencia la causalidad psíquica psicoanalítica especifica de las causalidades presentes en ciencias naturales y ciencias humanas socioantropológicas. De una parte, demuestra las simplificaciones y reducciones de explicaciones del funcionamiento mental humano presentadas por neurociencia, sociobiologia, psicología cognitiva, lingüística y cibernética. De otra parte critica las causalidades psíquicas propuestas por antropólogos, sociólogos, historiadores, incluyendo el lacanismo que excluye lo biológico y los afectos en su modelo dando prioridad a lo cultural (lenguaje). Considera que el ser humano tiene doble determinación: una es lo biológico (las pulsiones, las representaciones, los afectos, lo intrapsíquico) y otra es lo cultural (lo intersubjetivo, el superyó). Además tiene creatividad individual y evoluciona individualmente y culturalmente. Enfatiza la revolución epistemológica realizada por Freud que introdujo las causalidades psíquicas inconscientes que determinan las fantasías, los sueños, las imaginaciones y actitudes de cada persona y también de culturas.

En su libro “El pensamiento clínico” (2002), Green valora la práctica psicoanalítica y profundiza en el pensamiento que se ejerce en la experiencia de la cura en los participantes (analista y analizando). El autor muestra de qué manera es posible introducir el concepto de pensamiento clínico en psicoanálisis, un psicoanálisis cuya teoría se construye sobre los cimientos de la experiencia. En particular, estudia la modificación de los cuadros clínicos sobre los cuales se edificó la obra de Freud (histerias y neurosis obsesiva), aportando innovaciones y respuestas que el padre del psicoanálisis no podía prever. Además profundiza en la clínica de fronterizos, que el autor prefiere denominar estados no-neuríticos, donde parece predominar la indiscriminación de las representaciones de los afectos.

En esta obra, Green propone dos nuevos tipos de transferencia: transferencia de poder y transferencia de potencia. Considera que el poder es siempre limitado, falible, cuestionable; se puede heredarse o adquirirse, y también puede perderse. Mientras que la potencia conferiría a quien la posee una fuerza absoluta a los ojos del otro. Sería más o menos divina (o diabólica) (omnipotencia); en cualquier caso sobrehumano.

Para los fronterizos el analista tendría tal potencia-omnipotencia. El analista se ve como déspota porque impone el encuadre –olvidando que el analista también se somete a él-. La neutralidad es tomada como una indiferencia impregnada de crueldad. Silencioso, el analista demostraría su desprecio altanero. Su interpretación no es tomada como una sugerencia interesente para pensar, sino como un diktat, algo que sólo se toma o se deja (todo o nada). El encuadre analítico, que para el neurótico se considera facilitador, es para el fronterizo, si no una máquina de influir, al menos una máquina que se manipula para satisfacer la omnipotencia del analista. El autor explica la fuente de este tipo de transferencia (proyección de la omnipotencia) por la fijación a la analidad primaria, cuando el infante había logrado (en la fantasía) la omnipotencia sobre el objeto, considerado también omnipotente. (Íbid., p.126-127).

Ante la multiplicación de escuelas psicoanalíticas y falta de consenso entre ellas, Green, en su libro “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Desconocimiento y reconocimiento del inconsciente” (2003), revisa aportes de varios autores e incluyendo los suyos, y presenta criterios directrices como un nuevo Esquema del psicoanálisis. La difícil propuesta de esta obra es inventariar las ideas directrices de la práctica psicoanalítica contemporánea, someterlas a examen y proceder a su actualización.

Green, reagrupando y transcribiendo las ideas que habitaron sus escritos desde 1954 hasta 2002, retoma los datos fundamentales relacionados con la interpretación actual de la práctica y la teoría, presentando los principales conceptos que atraviesan su obra y que salieron a la luz debido a las influencias conjugados de Winnicott, Bion y Lacan.

El texto se cierra con una reflexión acerca de la ubicación que toma el saber psicoanalítico dentro del pensamiento contemporáneo, en función de algunas referencias filosóficas y científicas, incluyendo las de epistemología, teorías de complejidad y posmodernidad.

Se puede decir que en todas sus obras, como en esta última citada, Green defendió y defiende al psicoanálisis “freudiana” contra las críticas descalificatorias (de neurociencias, lingüística, antropología, etc.) y también contra ciertos corrientes psicoanalíticos que él considera que abandonaron los principios básicos psicoanalíticos, como lacanismo (predominio de palabra-discurso-significante, manipulación del encuadre y de transferencia, etc.) e intersubjetividad. No solamente defiende la metapsicología “freudiana” y su reelaboración por él, sino la amplia proponiendo nuevas ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo (dando mayor importancia a pulsiones, representaciones y afectos) para que “sobreviva” dentro de evolución de pensamientos, ideologías (abiertas) y finalmente dentro de las terapias del psiquismo humano.

Esta presentación de aportes al Psicoanálisis de André Green está resumida e incompleta. Además, la profundidad y singularidad de sus revisiones críticas de obras de Freud y sus discusiones y proposiciones originales no permiten esquematizar sus aportes. Sin embargo, la lectura y el estudio de sus pensamientos en sus obras hacen más vivo el psicoanálisis.

BIBLIOGRAFÍA

 

Green A. (1973). Le discours vivant. Presses Universitaires de France, Paris.

– (1983). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1986.

– (1984a). El lenguaje en el psicoanálisis. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1995.

– (1984b). Pulsión de muerte, narcisismo negativo, función desobjetalizante. p.65-78. En: Green A., Ikonen P., Laplanche J., Rechardt E., Segal H., Widlö-cher D. y Yorke C. “La pulsión de muerte”. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1989.

– (1986). De locuras privadas. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1990.

– (1993). El trabajo de lo negativo. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1995.

– (1995a). ¿Tiene la sexualidad algo que ver con el psicoanálisis? Libro Anual de Psicoanálisis, 221-233.

– (1995b).La causalidad psíquica. Entre naturaleza y cultura. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2005.

– (1997a). La intuición de lo negativo en “Realidad y juego”. Libro Anual de Psicoanálisis, 241-254.

– (1997b). Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1998.

– (1998). Acerca de la discriminación e indiscriminación afecto-representación. Psicoanálisis (APdeBA), XX, (3), 517-588.

– (2000). La mente primordial y el trabajo de lo negativo. Libro Anual de Psicoanálisis, 141-157.

– (2002). El pensamiento clínico. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2010.

– (2003). Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Desconocimiento y reconocimiento del inconsciente. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2005.

Rojas U. A. (1997). André Green. Un psicoanalista comprometido. Rev. Soc. Col. Psicoan., 22 (2), 258-276.

Yildiz I. (2008). Sentimientos, emociones, pasiones y síntomas. Estudios psicoanalíticos y aplicación a un caso clínico. Ed. Unibiblos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.


[1]  Parte de este texto fue publicado en Yildiz (2008). Sentimientos, emociones, pasiones y síntomas. Estudios psicoanalíticos y aplicación a un caso clínico. Capítulo X. A. Green. p.75-82. Ed. Unibiblos, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Ver también en mi Web: SENTIMIENTOS, EMOCIONES, PASIONES Y SÍNTOMAS
Estudios psicoanalíticos y aplicación a un caso clínico
Primera Parte.

Por Dr. Ismail YILDIZ, Médico Psicoanalista online, Docente de Psicoanálisis, y supervisor, Bogotá, Colombia.
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